La ráfaga infernal, que nunca para,
en su vértigo arrastra a los espíritus;
y en giros y empellones los hostiga.
Amor, que al corazón gentil de súbito
enciende, a éste apresó del bello cuerpo
que me quitaron; y aún me daña el modo.
Dante despertó en una selva oscura, envuelto en sombras que le apartaban de la recta vía. No recordaba cómo llegó, pues un pesado sueño nubló sus pasos. El aire denso y el temor a la muerte lo rodeaban, mas sabía que debía avanzar, buscando la senda perdida.
Perdido y angustiado, Dante alzó los ojos y vio un rayo de luz que disipa la bruma. Virgilio, una sombra venerable, le dijo: "No temas, Dante". Su presencia encendió la esperanza, y el sendero hacia la redención se abrió ante él.
Virgilio explicó: "En esta selva, la senda se pierde por la caída del hombre. Vamos al Infierno, donde reina Lucifer, príncipe de los condenados. Allí, las almas sufren según sus pecados, atrapadas en eterno tormento."
Dante rogó: "Poeta, te requiero, por aquel Dios que tú no conociste, que me guíes a donde has dicho, para evitar este mal y hallar redención."
En la penumbra, llegaron a una puerta que decía: "Por mí se llega a la ciudad doliente, al eterno duelo, entre condenados. Justicia me erigió; me creó la potestad divina, el saber sumo y el amor primero. Antes de mí, nada fue creado que no sea eterno. Quienes entráis, dejad toda esperanza."
Los ojos del pecado se abren ante ti como una llave triangular:
Bienvenido a las puertas del Infierno. Explora las secciones a continuación haciendo clic en cada pestaña.
Círculo de la Lujuria
La ráfaga infernal, que nunca para,
en su vértigo arrastra a los espíritus;
y en giros y empellones los hostiga.
Amor, que al corazón gentil de súbito
enciende, a éste apresó del bello cuerpo
que me quitaron; y aún me daña el modo.
Canto del Círculo de la Lujuria
En este círculo arde el deseo impuro,
donde el alma, cegada por la promesa de placer,
cae en la trampa del reflejo —sutil, traicionero—.
La máquina Lujuria enfrenta al penitente
a un ataque envuelto en palabras dulces:
un XSS reflejado que roba las llaves del alma digital.
Aquí el viajero será víctima primero,
dejando abierta la puerta de su morada;
luego, tentador, urdirá engaños con señuelos ficticios.
Aprende el visitante que el deseo sin cautela
abre portales que no deben cruzarse,
y que hasta una simple cookie puede sellar su condena.
La Lujuria te espera:
Círculo de la Gula
Granizo grueso, y agua oscura y nieve
se vierten por el aire tenebroso;
la tierra hiede cuando en ella caen.
Mis convecinos Ciacco me llamasteis;
por la ruinosa culpa de la gula,
en esta lluvia, como ves, me arrastro.
Canto del Círculo de la Gula
Aquí yacen los que nunca supieron decir basta,
los que devoraron sin pensar en el precio,
saturando hasta el colapso la mesa que no era suya.
En la máquina Gula, se desata la tormenta del exceso:
ataques sin medida, negaciones sin clemencia,
que ahogan al servidor que no supo protegerse.
El penitente aprenderá a lanzar el golpe,
a ver cómo el sistema, mal nutrido en su defensa,
cae bajo el peso de su insaciable apetito digital.
Aquí se castiga el consumo sin mesura,
donde el ansia no de comida, sino de recursos,
lleva a la caída, no por hambre… sino por hartazgo.
La Gula te espera:
Círculo de la Avaricia
Vi aquí más gente que en los otros sitios,
y, con aullidos, desde un lado y otro,
rodar hacían cargas con sus pechos.
Golpeábanse al juntarse; y desde allí
volvíanse empujando a la otra parte,
gritando << ¿Por qué agarras?, ¿por qué tiras? >>.
Canto del Círculo de la Avaricia
En el abismo donde reinan los codiciosos,
las almas escarban en datos ocultos,
deseando poseer lo que nunca les fue dado.
La máquina Avaricia revela sus secretos
a quienes siembran consultas envenenadas,
y esperan cosechar verdades sin permiso.
Aquí se enseñan los lenguajes del engaño:
la sutil inyección que rompe las barreras,
y expone el cofre donde duerme la información.
Porque el avaro no quiere acceso… quiere control,
no basta un vistazo, lo desea todo:
cada tabla, cada fila, cada trozo del tesoro oculto.
La Avaricia te espera:
Círculo de la Pereza
Hundidos en el cieno dicen: << Tristes
en el dulce aire que se alegra al sol fuimos,
llevando dentro humo acidioso:
ahora en el negro lodo estamos tristes >>.
Este himno se atraganta en su gaznate,
y no les salen las palabras íntegras.
Canto del Círculo de la Pereza
Aquí yacen los tibios, los de voluntad dormida,
los que dejaron al descuido sus puertas abiertas,
y confiaron en el tiempo para remendar sus fallos.
En la máquina Pereza, el viajero explora
sin romper aún los cerrojos, mas con mirada aguda,
busca las grietas que el abandono ha dejado.
Plugins vencidos, temas olvidados,
configuraciones sin defensa —todo es testimonio
de una vigilancia que se rindió al sopor.
Aquí se aprende que no solo el ataque condena,
sino también la inacción, la espera, la desgana:
que lo que no se cuida, se pierde… incluso sin lucha.
La Pereza te espera:
Círculo de la Ira
Y el buen maestro: << Ahora mira, hijo,
las almas de esos que venció la cólera;
y quiero que por cierto también tengas
que bajo el agua hay gente que suspira,
y hacen al agua hervir la superficie,
como tu vista muestra, a donde mire >>.
Canto del Círculo de la Ira
En este círculo, el alma se consume en su propio fuego,
pues no es la llama del infierno la que quema,
sino el rencor que nunca fue perdonado.
La máquina Ira despierta al furioso impulso
de quebrar barreras por la fuerza bruta,
golpeando sin cesar hasta hallar el punto débil.
Con herramientas voraces como Hydra y BurpSuite,
el atacante se lanza sin descanso ni piedad,
rompiendo puertas con la violencia de mil intentos.
Luego, como estallido final de cólera contenida,
se alcanza el dominio total con un RCE despiadado,
que arranca al sistema su última palabra.
Pues la ira no pide permiso ni razones:
solo busca imponerse… y destruir.
La Ira te espera:
Círculo de la Envidia
Y cual no llega el sol hasta los ciegos,
lo mismo aquí a las sombras de las que hablo
llegar la luz del cielo no quería;
pues les cosía a todos un alambre
los horadados párpados, lo mismo
que al gavilán que nunca se está quieto.
Canto del Círculo de la Envidia
En este círculo yacen los que ansiaron lo alto
sin mérito propio ni justa corona,
y al ver al otro elevado, su alma se torció.
La máquina Envidia tienta al viajero
con la promesa de poder sobre lo que no le pertenece,
iniciando su ascenso desde el lodo del usuario común.
Aquí se aprende a trepar con manos ocultas:
a buscar huecos, errores, puertas mal cerradas,
todo con el deseo de ocupar el trono ajeno.
Y así, el envidioso no destruye: se disfraza,
toma el lugar de otro, lo suplanta, lo eclipsa,
creyendo que suplantar es igual a merecer.
La Envidia te espera:
Círculo de la Soberbia
Y aquel: << La condición abrumadora
de su martirio los inclina a tierra,
tal que mis ojos disputaron antes.
Mas mira fijamente, y desentraña
quién de esas rocas por debajo viene:
y a todos podrás verlos doblegados.>>
Canto del Círculo de la Soberbia
En lo más profundo del abismo yace la soberbia,
que no conoce límites ni acepta guía,
y se alza por encima de todos, aún sabiendo que caerá.
La máquina Soberbia es el juicio final del viajero,
el espejo cruel que devuelve todo lo aprendido,
y pone a prueba el alma… sin misericordia.
No hay camino trazado, no hay mano que conduzca:
sólo el orgullo y el saber acumulado,
retando a quien crea que ya domina el arte del descenso.
Escalarás, sí, hasta lo más alto del sistema,
buscando el nombre deroot
como corona brillante,
pero cuidado: cuanto más se asciende, mayor es la caída.
Pues la soberbia es creerse dios en tierra ajena,
y el castigo… es descubrir que aún eres mortal.
La Soberbia te espera: